Studio 60 on the Sunset Strip
Saturday Night Live es el principal programa de humor de toda la historia de la comunicación. Por él han pasado o se han formado todos los cómicos americanos que conocemos. Y quiero decir TODOS. Y algunos actores que aquí tenemos por serios nos sorprenderían si viéramos la vis cómica que pasean por su tierra. Saturday Night Live fue creado en 1975 por Lorne Michaels, que sigue al pie del cañón tras la cámara explotando la faceta humorística de la actualidad semana tras semana. De todos modos, no todo va bien en el SNL. Dicen que vive de las rentas, acaban de recortarles el presupuesto para el nuevo año, van a despedir a unos cuantos cómicos de la plantilla de golpe y porrazo, etc. De hecho, siempre ha sido un mundo complicado. Sin ir más lejos, Lorne fue despedido en 1980 y le volvieron a contratar en el 85. Más o menos cada lustro ha tenido que reinventarse para sobrevivir (y estamos justo en ese momento). Pero... ¿acaso no tienen las leyendas derecho a vivir de las rentas?
Aquí entra Studio 60: Una serie de Aaron Sorkin y Thomas Schlamme que promete contar sin tapujos la mierda que hay detrás: una serie de ficción sobre cómo se crea un programa de humor semanal. Y en el mismo canal en el que se emite Saturday Night Live. Y en el mismo canal que les echó de esa creación suya que fue El Ala Oeste de la Casa Blanca. Evidentemente, un proyecto así sólo puede funcionar desde la honestidad, y ellos lo saben. No en vano, los protagonistas absolutos van a ser el director y el guionista que van a llevar el programa. No en vano, los personajes vuelven a la misma cadena que les echó hace unos años. La autorreferencialidad es especialmente patente en el arranque del piloto: La primera estrella invitada del programa ficticio es Felicity Huffman, que protagonizó la primera serie en la que colaboraron Sorkin y Schlamme (Sports Night, también sobre la tele) y el primer sketch que vemos del programa es una parodia del presidente Bush. La primera bronca gorda surge por el conflicto de creencias en los medios, igual que en el piloto del Ala Oeste. Y llegan más lejos. Los protagonistas querían hacer una película y se lo va a impedir un asunto de drogas que puede llegar a hacerse público. En la realidad, este asunto sí llegó a los medios y la película todavía no se ha producido (y sí, también circulaba en torno a la televisión).
Sorkin no duda en abrazar Network con las dos manos. Y como en ésta, se cura en salud inventándose una cadena nueva, la NBS y poniendo a la NBC como rival. Dicen que llegaron a pensar en llamarla igual que la de Network, UBS, pero entonces no habrían podido hablar de la película con el mismo descaro. Coincido con ellos en que es mucho más divertido mezclar ambos nombres. Han buscado cuidadosamente a un actor que no sólo interpreta a Lorne Michaels, sino que además es clavado a Howard Beale, ese personaje que en Network "no está dispuesto a seguir soportándolo" y aquí en consecuencia (sólo) es asesinado profesionalmente.
En 40 minutos nos enseñan más relaciones entre personajes que muchas películas en tres horas. Ya sabemos quiénes tienen familia, quién se han acostado con quién, quiénes odian a quiénes y cuánto sufren todos y cada uno de ellos. Sorkin retrata crudamente el mundo de la televisión, pero deja sitio a un elemento imaginario: Una mujer que llega a directora de la cadena a los 30 años. Guapa. Y de las que se arriesgan. Hasta los propios personajes creen que es irreal. Y Sorkin está dispuesto a experimentar hasta qué punto puede cambiar el infierno televisivo partiendo de una sola buena persona en lo más alto del poder, y puede que ni sea buena persona, puede que sólo sea una alguien que sabe lo que hace. Sí, un exec que sabe de tele es el sueño de todos los que trabajan en ella. En el piloto aparece incluso un tipejo censor intentando incrustar en un vhs una cinta cuatro veces más grande.
Schlamme, por su parte, se reserva esos grandes pequeños placeres de realización que permiten colocar a los personajes en todo tipo de escenarios del backstage para crear el ambiente metafórico que más le convenga. Y sabe lo que es hablar a gente que conoce su estilo. Sports Night es la sitcom multicámara mejor realizada de la historia de la televisión. Ha decidido cambiar los también estrechos pasillos del Ala Oeste por un estudio gigantesco, los movimientos de cámara se vuelven totalmente distintos con ello. Aquí la cámara al hombro va a enriquecer mucho más al personaje que habla estático ante una multitud que los travellings hacia atrás. Había un antológico episodio de West Wing en el que los protagonistas buscaban sus despachos y acababan llegando a la conclusión de que iba a ser mejor tener las reuniones por los pasillos. Aquí, Amanda Peet buscará su despacho guiado por un jefe al que odia, y la cámara se mostrará fría y distante, con panorámicas como mucho, en un entorno oscuro, distinguiendo claramente que la situación ni es la misma ni lo va a ser. Cómo Amanda Peet se adentra en la oscuridad de la televisión, cómo una lámpara sirve de discretísima aura de santo difunto ante el Lorne caído, sin caer en la chabacanería, cómo la cámara va a colocarse muchas más veces de cara al público que al escenario, o cómo no vemos un gran plano general picado del estudio hasta el final del episodio, terminan de definir este nuevo universo.
Es el mejor piloto de televisión que he visto en mi vida. Y quiero dar las gracias a mi amigo y socio Vania por recomendármelo. De todo el consuelo que he necesitado estos días, éste ha sido el mejor que podía aportarme el mundo audiovisual.
Studio 60 on the Sunset Strip se estrena el próximo 18 de septiembre en la NBC.