21 de septiembre de 2006

Nostalgia

Memoria artística

Una trilogía con caso práctico y dedicatoria.
Sobre este capítulo: Por fin abordamos el cine en profundidad. Por pura cuestión de mi año de nacimiento, quizá sea ésta la parte más personal de la trilogía. Empiezo, de hecho, con una anécdota real que dio lugar a que conociera el blog de José Antonio Palomares, al que agradezco una vez más que colgara este anuncio casi sólo para mí.


En febrero eran los carnavales de mi antiguo colegio mayor. Estas fiestas sirven para que nos volvamos a juntar como dos docenas de viejos amigos, ver cómo nos va, y de paso para recordar batallitas. Evidentemente la fiesta es principalmente para los colegiales. Vi a unos chavales disfrazados de viejos y les dije

"¿Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa?"
"¿Eh?"

La música estaba muy alta.

"¿Y EL MADRID, QUÉ, OTRA VEZ CAMPEÓN DE EUROPA?"

Seguían mirándome con la misma extrañeza. Evidentemente no conocían este anuncio:



Y claro, me di cuenta de que ese anuncio tenía como 10 años.

"¿Cuántos años tenéis?"
"18."
"Ah, coño, vosotros sois de la generación del Pokémon y eso, no?"
"Joder, ¡Pokémon! ¡Qué tiempos!"

Qué tiempos.

Cuando estos novatos estén en segundo o tercero, uno de ellos empezará a bajarse del emule las músicas de las series que escuchaba con 10 años, y un sábado por la noche se juntarán varios a beber en su habitación. Se les pondrá la carne de gallina. Cantarán sin vergüenza. Alguno casi llorará, depende de lo borracho que esté. Durante esos meses, uno de ellos puede que escriba una carta generacional y la reenvíe a todos sus contactos contando lo buena que fue su infancia y la suerte que tuvo de nacer en ese momento.

Y dos años después acabarán la carrera, buscarán trabajo y se convertirán en un importante target comercial.

No es casualidad que Supermán se haya estrenado 28 años después del Supermán original... y que éste surgiera 26 años después de la serie de George Reeves. Algo muy parecido pasa con La Pantera Rosa, Starsky y Hutch, Star Trek, La guerra de las galaxias, Batman, Clerks, Transformers, Terminator, Indiana Jones, Rocky o La película de los Simpson. Los remakes, las adaptaciones, las secuelas inesperadas, no son la prueba de que Hollywood carezca de ideas sino de que van a donde está el dinero.

El éxito de estas películas que acechan depende de cuánto lleva extinguido (o presente) el producto original en las ventanas de emisión. Tampoco es que el departamento de análisis de mercado de un gran estudio mida exactamente a qué edad va a tener más ganas el espectador de rememorar su infancia; lo que ocurre es que son los propios guionistas, directores y productores los que empiezan a rememorar. Otro ejemplo que tengo cercano: Nunca como ahora los publicistas han contado tanto con los locutores que ponen las voces de Los Simpson. ¿Por qué? Porque nunca como ahora han sido publicistas los descubrieron Los Simpson con 13 años.

Los sentimientos que afloran en el espectador son de lo más variado. Parece claro que la nostalgia es capaz de convertir las obras malas en buenas y las obras buenas en insuperables. De las películas rescatadas que he enumerado antes, prácticamente todas han defraudado al público al que iban dirigidas. De hecho, la primera película de Supermán, 1978, también también defraudó a miles de fans. ¿Pero a quién le importan ahora los septuagenarios que siguen siendo fieles a George Reeves? Si hasta un fracaso de crítica y público como la Embrujada de Kidman ha resultado rentable.

De ahí que Spielberg esté cagadito de miedo a la hora de afrontar Indiana Jones 4: no es el dinero lo que busca, como se le podría achacar a... no sé, algún amigo suyo productor.

¿Hace falta decirlo? Dentro de 20 años las galaxias y el arqueólogo serán clásicos indiscutibles de la historia del cine como ahora lo son los equivalentes de entonces, pongamos, la saga del Planeta de los simios. Ya está ocurriendo. Pero mal que nos pese a los de ahora, lo que moverá a las juventudes nostálgicas serán las grandes sagas de su generación. Sí. El señor de los anillos y Piratas del Caribe serán exactamente lo que son hoy Star Wars e Indiana Jones. Y quiero decir exactamente. Y Pokémon, o lo que toque, será Bola de Dragón. Y rescatarán a estrellas apagadas como ahora han tenido la suerte de vivirlo Íñigo, Hermida o Uribarri. Y habrá equivalentes a esto, basados en otras raíces igual de simples. Y habrá muchos más Códigos Aparincis.

Sin entrar en los movimientos pendulares generacionales, la primera asociación intrínseca a la nostalgia es su herencia. Nosotros heredamos nostalgia de nuestros padres y profesores. Una metáfora atlética: Ciudadano Kane no corre más rápido que cualquier película bien hecha de la actualidad. Pero en su día batió el record de los 100 metros por muchos más segundos respecto al segundo que cualquier medalla de oro posterior. Eso nadie se atreve a olvidarlo. Un profesor en su clase transmite la sensación que tuvo al presenciar esa carrera cuando la pone en vídeo. Nosotros podemos admirar Casablanca, pero eso se debe en gran medida a que tenemos una predisposición a que nos sobrecoja porque un nostálgico nos ha dicho "sobrecógete con esto".

Y nosotros podemos repartir nostalgia a los que nos sigan. Pero no será igual. Por un lado, aflorará un nuevo sentimiento igual de fascinante: la envidia. ¿Cuántos habrían dado su brazo derecho por hacer de extras en Casablanca? ¿O por trabajar con Chaplin, por muy déspota e insoportable que fuera? ¿Cómo lo hiciste, Billy? Pero por el otro, aparecerá una lejanía evidente. A ninguna generación venidera le parecerá éste el mejor gran angular que el audiovisual puede aportar al mundo, por ejemplo.



Cuando esta lejanía no está en los herederos de la nostalgia, sino en sus primeros huéspedes, surge el último gran sentimiento que produce la nostalgia: la frustración. Ya sabemos que nuestra opinión de una película está enormemente condicionada por nuestra predisposición y porque los niños son esponjas. Cuando uno revisita las obras que le esculpieron la cabeza existe un choque de sensaciones que pone la carne de gallina. Por un lado, se intuyen ligeramente los patrones que nos marcaron, pero por otro, no se puede evitar que la mirada sea mucho más amplia y que la cabeza quiera dar una valoración sobre el total. Las obras envejecen.

La subjetividad del juicio depende ya del modo de pensar de cada uno y de la amplitud de miras que haya desarrollado. Ésa es la medida, de hecho, que parece importar menos a los productores, ellos juegan a la baza de la nostalgia y conocen sus terribles consecuencias: Cuando vemos uno de tantos remakes, luchar contra los buenos recuerdos es un imposible, y ahí la batalla sí que es injusta, porque enfrentamos una realidad a una idealización y bajo ningún concepto vamos a estar predispuestos a disfrutar igual. Ya no somos las fibras sensibles andantes que éramos con ocho años. Pero los productores no pretenden resucitar la franquicia en nosotros, sino en nuestros hijos. Y es que es imposible que para nosotros se cumpla la promesa. Pero aunque triste, es inevitable y hasta sano que nos demos cuenta de que no somos quienes solíamos ser.

Final feliz: ¿Envejecen tus recuerdos? No te preocupes, que se pueden cambiar.

13 de septiembre de 2006

Favoritos

Memoria artística

Una trilogía con caso práctico y dedicatoria.
Sobre este capítulo: Inicio de una trilogía que llevo cavilando desde hace tiempo. Unas cosas y otras han ido haciéndola crecer hasta convertirse en pentalogía, o trilogía con extras, como se prefiera. El artículo de arranque surgió originalmente en eldoblaje.com. Lo presento aquí con varias actualizaciones.


Debes recordar esto:
Un beso es sólo un beso.
Una mirada es sólo una mirada.
Lo fundamental se descubre
cuando pasa el tiempo.

Encontré hace unos meses, bastantes, y por casualidad, un blog que escribía Tarantino. No me llamó especialmente la atención, salvo por que hablaba de la muerte de un amigo suyo. Un mafioso. Un mafioso que se había reformado y había empezado a contar sus batallitas en un blog. Un mafioso asesinado antes de que sus anécdotas llegaran a las partes importantes.

http://twotoesdiary.blogspot.com

Qué página tan... vacía, ¿verdad? Blogspot la ha quitado, como imagino que hacen con los blogs más conflictivos o con gente que fallece. Yo la tenía en favoritos, junto a éstas otras:

http://conmigo.blogia.com/
http://malasombra.blogia.com/
http://bruthacode.blogspot.com/
http://nipuedoniquiero.diary-x.com/

Ya no existe ninguna, salvo Ni puedo ni quiero, ahora Querido Antonio, que volvió a aparecer, diezmado. Pueden ser mejores o peores, pero estamos experimentando una pérdida de cultura similar a la televisión en directo. En 1972 un incendio destruyó todo el material que había hecho Johnny Carson para la NBC desde que empezó su programa diario, el mejor, diez años atrás. De todos los programas hechos durante la primera década de la televisión en España casi sólo se conservan... los anuncios de dibujos animados. Cada NODO, pese a ser fascista, manipulador y mentiroso, recoge más información de su época que de la que se conserva de televisión en... ¡los ochenta! Y parece que no hemos aprendido con Internet. La SGAE puede retirar una hilarante web de 10.000 páginas que le insulta en una una de ellas. ¿Alguien ha vuelto a ver si existe la antológica madeinboli.com? ¿Hubo alguien a quien no le pareciera sencillamente genial? ¿Y la Critifrase?

Hace un par de años, un episodio del 69 del mencionado Johnny Carson, el mejor comunicador, cómico y presentador de la historia de la televisión, apareció.

Una copia en 16 milímetros de MEDIO programa que se hizo para que la viera el ejército en Vietnam (porque era buenísima) se conservó en alguna lata perdida por las cocinas. Ahora se venden esos 30 minutos netos en lamentable estado de conservación por más de 20 dólares en tiendas especializadas. Evidentemente, no todos los programas tienen tanta suerte, como para encontrarse en unos viejos arcones como ocurrió con el falso Collin Mckenzie, los verdaderos Animaland, los programas que hicieron los Monty Python antes del Flying Circus, o aproximadamente la quinta parte de los programas que Groucho Marx llegó a hacer en Televisión. Mi padre conservaba primeras ediciones de obras como El sí de las niñas, de hace ya tres siglos. Un incendio hace años estuvo a punto de destruirlas, también se salvaron de milagro muchos manuscritos de primeros de siglo que consiguió para su tesis doctoral.

Pero aunque los papeles corren riesgos, los bits ni siquiera existen. Cada página de internet es el resultado de la imantación concreta de algún servidor perdido entre Bulgaria y Missouri. Del mismo modo, nuestros padres pueden conservar cartas de amor de sus años mozos, pero ay de nosotros como se nos cuele un virus. ¡Un virus! ¡Un informático paralelismo con la biología capaz de destruir cultura! Y si el virus afecta a ese servidor, sí que no podremos hacer nada.

Internet es algo efímero. Si uno se pone a buscar noticias sobre alguien o algo, existe un 20% de posibilidades de que sólo aparezcan en el caché de google, y un 50% de posibilidades de que la página que encontremos no tenga fecha. Para qué, ¿si internet es algo relativamente nuevo? Pero, vaya, es que ya no lo es. Siguiendo por los foros que existen de eldoblaje.com, a donde llegué en sus inicios, puedo hacer un seguimiento de cómo hemos aprendido, cómo la profesión ha cambiado, cómo ha cambiado el modo de ver el mundo y la tecnología. Qué suerte tenemos de conservar los mejores momentos, aunque tampoco todos, claro. Esos nicks que se fueron sin decirnos quiénes eran, o esos logs del chat de cuando todos éramos amigos... al menor fallo nuestro disco duro o el de melodysoft, se convierten en algo tan fugaz como una conversación de cafetería. Siempre lo han sido.

En http://web.archive.org se pueden encontrar retales maravillosos de cuando internet nos parecía "molón", pero a la vez "intrascendente". Pero no dan abasto, no pueden crecer exponencialmente como crece la red. Ahorran cargar imágenes, y por supuesto no tienen acceso a logs y similares.

Recordad, si algo os gusta, compartidlo, no dejéis que muera como muere un chiste malo. Pero si os gusta de verdad, si lo consideráis relevante ahora o en un futuro, haceos con ello. Traspasadlo a un formato perenne. No basta con agregar a favoritos.

Ojalá alguien encuentre algún día al autor de madeinboli, o al menos, su carpeta con dibujos. Es de lo poco tangible que se podría conservar de verdad, en toda la historia de internet.

Final feliz: Un par de meses después del post original, contactó conmigo el autor de madeinboli. Invadido por la nostalgia, se le había ocurrido mirar si se acordaban de su página y encontró este texto. Me felicitó por el artículo y me dijo que ahí sigue con su vida, y que afortunadamente conserva gran parte de los dibujos de su vieja web.