Advertencia: Tengo la asquerosa tendencia de ser el más de letras entre mis amigos de ciencias y el más de ciencias entre mis amigos de letras. Aquí los lectores pagarán las consecuencias.
El 18 de agosto de 2006, un anuncio publicado en The Economist causó furor en el ámbito científico: Bajo una cita de Bernard Shaw, "Todas las verdades nacen blasfemias", la compañía irlandesa Steorn anunciaba que había descubierto una manera de sacar energía de la nada.
Para los poco puestos en la materia, imaginemos una batería de móvil que no se gasta nunca. O una nevera que no requiere enchufe. O un coche que no usa ni gasolina, ni hidrógeno, ni nada. Las consecuencias de que llegue a inventarse un sistema que genere movimiento sin que requiera ninguna alimentación es un santo grial de la ciencia que ya volvía loco a Leonardo Da Vinci. Durante los años ha habido miles de intentos para construir semejantes aparatos. Sobra decir que ninguno ha funcionado.
La primera ley de la termodinámica nos suena a todos: La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Evidentemente, los que publicaron el anuncio sabían que el mandamiento contra el que blasfemaban era la termodinámica. Decían que su invento no sólo sacaba energía de manera constante y gratuita, sino que no había ningún desgaste o combustión de sus piezas, algo importante. Los fracasos en la búsqueda del perpetuum mobile se han podido dividir siempre en dos: Los honestos y las estafas. Los honestos son evidentemente los de aquellos tipos que tuvieron una idea y la pusieron en práctica, y no les salió. Las estafas, que a cada siglo que pasaba estaban más a la orden del día, resultaban mucho más sonados, eran más propios de feriantes que de científicos. Algunos se llegaban a prolongar durante años. Creo que incluso hay alguno en el que no se llegó a descubrir el truco. Pero vamos, todos tenían un ratón corriendo en un rodillo, una manivela secreta o algún hilo invisible. Era puro ilusionismo.
Por ello, en plena época de las guerras por petroleo, cualquier promesa energética producirá ilusión.
Cuando he escrito al principio que el anuncio causó furor en el ámbito científico, he exagerado. La respuesta más habitual del ámbito científico ante el movimiento continuo es un resoplido. Se parte de que es un imposible y no se le presta demasiada atención. Pero los medios sí que se la prestaron, los directivos de Steorn llegaron a aparecer en canales internacionales de televisión y en numerosos periódicos. La página publicitaria saltó a la de noticias.
Independientemente de que fueran un fraude o tuvieran razón, yo creo que los de Steorn en un principio hicieron lo correcto: Comentaron que estaban buscando una manera de reducir el desgaste en un mecanismo experimental hasta que las mediciones indicaron que la máquina devolvía más energía de la que se le introducía para que funcionara. Ellos lo confirmaron una y otra vez y lo hablaron de manera muy privada con algunos centros externos. Los que les hicieron caso lo probaron también y tuvieron la impresión de que tenían razón. Así que, tras varios años más de pruebas, decidieron publicar el anuncio, solicitando a todos los escépticos, cínicos y metódicos hombres de ciencia de varias ramas se alistaran para contradecir sus investigaciones. Sí, querían dejarse analizar por sus "enemigos ideológicos" para constatar que el aparato funciona. Si dan el aprobado, se comercializará.
Siento haberme extendido en toda esta presentación, aquí viene lo interesante: Simultánea al anuncio se lanzó también una web, con foro, donde todo el mundo podía hablar de ellos para bien y para mal, para apoyar y para contradecir, con sorprendente libertad de expresión. Y donde Steorn facilitaba información con cuentagotas, incluso contestando muy de vez en cuando en el propio foro a las preguntas menos desagradables.
El colectivo de gente que frecuenta ese foro es digno de un estudio social. Para empezar, gran parte de los visitantes son tremendamente cultos y educados. Pueden escribir mejor o peor, pero la mayoría entiende términos científicos. Luego están los dos bandos que creen que o bien Steorn tiene en sus manos el descubrimiento más importante de la historia de la humanidad desde el fuego, o bien que todo es una fría estafa a gran escala que juega con los sueños de los demás. Evidentemente la frontera entre ambas opiniones es ancha y difuminada. Los escépticos neutrales abundan. Son los que quieren ver qué pasa, que les interesa el tema sea verdad o mentira y que quieren estar ahí los primeros aún sabiendo que las posibilidades de que ocurra algo bueno sean mínimas. Luego están los que no dejan de hablar de alienígenas y profetas. Pero ésos son un grupillo marginal que no cuento. Yo no niego pertenecer al grupo de los escépticos que quieren estar ahí por si acaso.
Y tampoco niego que si tengo esperanzas en un imposible, es en éste. Vamos, que creo que el movimiento continuo es más probable que... digamos, Dios. Y eso que me parece muy improbable. De hecho, la única diferencia que veo entre buscar a Dios y buscar el movimiento continuo es que, pase lo que pase al otro lado, todos acabaremos muriendo y enfrentándonos a lo que haya después. Pero si una respuesta científica tiene posibilidades de existir, los seres vivos deberían plantearse la pregunta. Vamos, en el improbable caso de que esto funcione, no tengo nada que perder al perseguirlo. De hecho, muchos descubrimientos se han sacado de experimentos fallidos.
Sin embargo en ese foro la pseudocomunidad científica que se ha formado ha ido desarrollando una tendencia a obrar como si fuera una pseudocomunidad religiosa, es muy raro. La Termodinámica es Dios en la ciencia. Y contradecirla es, efectivamente, una blasfemia. Los proSteorn defienden que lo que más temen los que se oponen al invento es que se tambaleen las bases de lo que ha conseguido descubrir el hombre desde Newton, si no antes. Los antiSteorn dicen que la termodinámica es una ley, no un teorema o un axioma, o algo sujeto a discusión. Y detectan signos de fraude por todas partes.
Yo, la verdad, no sabía de qué lado ponerme. Después de todo, el hecho de que hoy haya estrellas en el firmamento me hace pensar que esa energía viene de algún otro sitio con más energía, ¿no? ¿Y antes había otro con más aún? ¿Qué había antes del Big Bang? Y bueno, todas esas preguntas que todos nos hacemos, creamos o no en Dios, porque en el fondo nadie tiene ni puta idea. También echo memoria y recuerdo a un buen profesor de Biología (todos mis profesores de Biología han sido buenos) que recurría a una definición de la vida curiosa: decía que la vida se caracteriza a cierta escala por contradecir la segunda ley de la termodinámica. Es sencillo, mientras la materia inerte tiende a distribuirse por el universo acercándose al caos asboluto, la vida tiende a ordenar moléculas cada vez con mayor complejidad, lo que está directamente opuesto al caos.
En otras palabras: Que las leyes de la termodinámica "sólo" por ser las conclusiones de toda la historia de la observación de todas las formas de energía posibles, no deberían detener una investigación, a veces las leyes establecidas dificultan la reinvención o producen atascos. Y muchas veces la pérdida de lo establecido libera la creación. Quién sabe. Insisto en que no tenemos ni puta idea.
Lo que sí sé es que tengo una creencia irracional: Que el resultado de dar con el movimiento continuo es demasiado bonito como para no desear que ocurra. Sería una solución para el 90% de los problemas que produce la Humanidad en la Tierra, sin necesidad de extinguirla, y temblarían los cimientos de absolutamente todo lo que creemos establecido y la vida se haría mucho más interesante.
Y sin embargo, no se mueve. Mientras el grupo de científicos convocado por Steorn lleva, según ellos, unos meses analizando resultados, Steorn preparó para hace unos días una presentación en el Museo Kinetica de Londres. A raíz de ello, desde unos días antes, me revisé todo lo que sabía de su invento, que por cierto, se llama Orbo. Prometieron llevar a Londres unos cuantos Orbos para que funcionaran delante de todos los visitantes y de varias webcams. Fracasaron. El día de lo que tenía que haber sido la inauguración, el presidente de Steorn se presentó pidiendo disculpas porque no habían conseguido poner a punto las máquinas. Él se achacó toda la culpa, dijo que no había dado a los ingenieros el tiempo suficiente para prepararlo todo, y patatín y patatán.
Los jarros de agua fría se sucedieron. Éste era Sean, el jefe de Steorn, hace un año, en Sky News y éste el que "la cagó" el otro día en Londres. Ahora es cuando una mayoría se siente engañada, traicionada, descubre que un tío con un dominio registrado puede retenerle en su foro durante meses y darle esperanzas de que está construyendo un mundo mejor. De hecho, ni siquiera los defensores del fraude están satisfechos, ni tienen un aire vengativo. De algún modo, esa frustración que transmite el vídeo les llega a ellos también. Lo que ven no es a un estafador, sino a alguien que ha cometido el mayor error que puede cometer un científico, el autoengaño, el delirio. Aunque en inglés es común una palabra mucho más melancólica: Delusion.
Incluso a través de carteles y de este vídeo, muchos han ido llegando a la conclusión de cómo funciona el misterioso invento. Y también decepciona, parece demasiado sencillo.
Ahora, donde antes veían o bien a un estafador o bien a un gurú, casi todos ven a un individuo que en algún momento cometió una serie de errores en unas mediciones y que lleva desde entonces buscando una manera honesta de replicar un éxito falso, acercándose al mínimo de consumo de energía pero nunca superando el 100% hasta producir algo rentable para cualquier uso. Ahora los mensajes que más predominan en el foro de Steorn son los de apoyo a Sean, ese hombre, que debe estar pasándolo muy mal, y los que atan los cabos que quedaban a través del autoengaño de ese gran líder. Luego están los que no dejan de creer en Steorn. Pero ésos son un grupillo marginal que no cuento.
Pues acabo de buscarlo y existe en castellano, pero no mola igual: Delusión.