El petirrojo de Walt Disney
Mientras esperábamos un render lento esta noche, a eso de las cinco de la mañana, entre mi socio TioVania y mi jefe/cliente del momento, recordé una anécdota (real) de Walt Disney durante la filmación de Mary Poppins.
Estaba todo listo para rodar la secuencia en la que el petirrojo entra por la ventana y se pone a piar coros con Mary Poppins. Por primera vez en la historia, un complejo robot animatrónico iba a aparecer en una película. Julie Andrews tenía que cargar con él en la mayoría de los planos, ocultando con su mano un amasijo de cables que iban directamente hasta un control. Había resultado carísimo y de fabricación muy lenta. El propio Walt, apasionado de esa tecnología que también aplicaría a sus parques temáticos, estaba allí prestando mucha atención.
De pronto, un miembro del equipo dice algo tímidamente:
-Eso... es un petirrojo.
-Claro, es lo que pone en el guión. Qué pasa.
-Es que los petirrojos... no cantan.
Todos se quedaron petrificados. Lentamente, sus cabezas giraron para ver la reacción de Walt. Es un momento peliagudo.
Y la conversación derivó hacia lo que harían otros en una situación como ésa.
Orson Welles pararía el rodaje durante el resto del día, cogería un par de botellas de whisky del caro y se subiría al punto más alto del set. Exigiría que le dejaran solo, se encerraría y bebería toda la noche para dar con una solución. No la encontraría.
John Huston cogería un rifle de su camerino y se iría a la calle cazar lo primero que oyera trinar. Luego destriparía ese pájaro y forraría el robot con su plumaje.
Steven Spielberg nunca dirigiría esa película, para eso están otros más vulgares. Él sería el productor ejecutivo, como lo era Walt Disney en Mary Poppins, pero sin acercarse por el set.
Robert Zemeckis cancelaría la producción durante dos meses y aprovecharía para rodar una película con Tom Hanks.
Roger Corman mandaría construir otro pájaro a su equipo, y seguramente tardarían lo mismo que con el petirrojo: 10 minutos.
David Fincher nunca metería eso en una película, sólo en un videoclip. Y para sustituir al petirrojo disfrazaría a un perro de un jilguero o algo semejante. Luego la escena resultante sería tan ridícula que quedaría descartada y ese recuerdo le perseguiría hasta la tumba.
A Darren Aronofsky sólo le importaría que una SnorriCam siguiera al ave, sujeta con arneses en la mano de Julie Andrews. El peso combinado de ambos aparatos destrozarían su brazo para siempre.
John Woo no usaría un petirrojo. Usaría una paloma encadenando 12 planos en cámara lenta.
Francis Ford Coppola se habría gastado 250 millones en el petirrojo, toda su fortuna, y para cambiarlo se comprometería en un crédito igual de desorbitado. Y pasaría el resto de su vida haciendo películas para pagarlo.
Richard Donner sería despedido en mitad del rodaje. Los productores no tolerarían semejante error a esas alturas y nunca llegaríamos a ver su visión de los petirrojos cantarines.
Renny Harlin habría filmado el plano en el que el pájaro sale volando al principio. El pájaro se estrellaría contra el suelo. Al siguiente día de rodaje no habría pájaro. C2 Pictures quedaría arruinada. Otra vez.
Larry David dedicaría el argumento de un capítulo entero a por qué los petirrojos han empezado a cantar y por qué le hacen sumamente infeliz.
John Ford filmaría el petirrojo rompiendo el raccord y nadie se daría cuenta.
Luis Buñuel iría cambiando de pájaro según el momento en que tocase cantar.
Peter Jackson estaría haciendo cuatro cosas a la vez. Entre la postproducción de la secuencia cara, las escenas que hay que volver a rodar del principio y el caos que hay en el departamento de Richard Taylor por tener que volver a modelar los dinosaurios, el problema del petirrojo quedaría delegado al 100% en Andy Serkis.
Woody Allen, independientemente de que se hubiera asignado un papel en la producción, aparecería mirando a cámara para decir que si trina, no puede ser kosher, y acto seguido seguiría la película.
Los Monty Python usarían un loro disecado. Brave Sir Robin run away.
Pedro Almodóvar se metería el petirrojo por detrás y lo fusionaría con un tordo natural, de su propia cosecha. De ahí sacaría un cuco muy cuco.
Stanley Kubrick ordenaría que el que hace de petirrojo se buscara otro disfraz. Pero antes filmaría unas cuantas tomas, por si acaso.
J.J. Abrams mantendría la filmación del día como estaba previsto. Pero luego, en la siguiente secuencia, los personajes se preguntarían de dónde había salido ese misterioso animal, para nunca resolver el enigma.
Charlie Chaplin decidiría quitar el sonido. No se necesita que un petirrojo cante para demostrar que es un petirrojo.
Jim Henson cambiaría los papeles. Julie Andrews se pasaría el resto de la película silbando y el petirrojo cantaría, recitaría y soportaría el peso de la trama principal.
George Lucas cambiaría digitalmente el petirrojo por cualquier otro animal, real o imaginario, animado por ordenador. A los 10 años de estrenar la película, sacaría una edición del coleccionista en la que, por primera vez en alta definición, se puede ver la secuencia completa con el petirrojo original.
Alfred Hitchcok acabaría la película con un árbol lleno de silenciosos petirrojos animatrónicos. Nadie sabría qué quiere decir exactamente, pero se convertiría en uno de los mejores finales de la historia.
Billy Wilder lo justificaría en guión. Y sería el único. Y quedaría redondo.
Nacho Vigalondo metería un zoom loco.
Robert Rodriguez sustituiría el petirrojo por un cameo de Bruce Willis.
Quentin Tarantino haría esto, como tenía pensado desde el principio:
¿Y qué hizo Walt Disney en la realidad?
Pues dio con la clave perfecta:
-En el Mundo Disney cantan todos los putos pájaros.
Actualización:
El juego sigue en los foros de mundodvd.