27 de octubre de 2010

¿Quién está ahí?



Aquí, directamente en alta definición.

31 de agosto de 2010

El Mad Men de los pobres

La gente flipa con Mad Men, pero existe una serie sobre publicidad de la que no se habla en Espoiler, ni tiene subtítulos fan o links en Seriesyonkis.

Se llama Pitchmen, es un reality y tiene un montón de cosas interesantísimas, tanto voluntarias como involuntarias, y siempre las suficientes para que sea el único reality del que puedo declararme fan.

La primera vez que vi a Billy Mays fue en Jay Leno dándose martillazos en la mano. Me sonaba del teletienda. Es uno de esos tipos que nosotros conocemos porque aparecen de madrugada mal doblados en unos anuncios de mierda. Tiempo después, se fue Leno y llegó Conan. En uno de sus primeros Tonight Shows le entrevistó junto a Anthony Sullivan, otro vendedor de teletienda. No iban a hablar de la teletienda, sino de su serie. Discovery, la cadena de Cazadores de mitos, montó un reality en el que siguieron a estos dos tipos durante un año mientras grababan teletiendas.





¿A que parece una chorrada? Lo es. Pero luego uno se da cuenta de que el resto de la publicidad no tiene un ápice más de dignidad. La teletienda es un elemento imprescindible en ese esquema de consumo, como lo es un mecánico grasiento y apestoso en una flota de limusinas. Es más, con el tiempo uno se da cuenta de que es el modo más legítimo que puede ofrecer la publicidad:

La teletienda es el único formato publicitario con eficacia 100% comprobable.

Si este mes Cocacola vende más que el anterior pueden darse más mil razones: Disposición de máquinas, temperatura, precio, campaña en televisión, revistas, virales, boca a boca, canciones pegadizas... y todo lo anterior aplicado a la competencia. La teletienda no, consiste en poner un precio por la tele y un número de teléfono. Y ya está. Nadie puede maquillar un fracaso. Hay anuncios con los que no llama nadie y anuncios que te hacen ganar millones en los 10 minutos posteriores a la emisión. Pura matemática. Por supuesto, todo lo que lleva hasta ahí es bastante más complicado. Para probar los anuncios hacen tests en cadenas concretas con públicos determinados. Van probando ciertas horas en ciertas regiones y así deciden si amplían y lo mandan a emisoras del resto del país. Todo esto se traduce en cosas como grabar varias tomas con el presentador diciendo precios distintos, para ver luego cuál es el más rentable.

Pitchmen pasa por su filtro de reality americano ese proceso, pero no por ello carece de interés.

Los protagonistas de la serie son dos pitchmen veteranos, es decir, anunciadores, de los que invaden nuestras casas un millón de veces, ya sea de madrugada (por la tele) o durante el día (en la puerta y, ay, por teléfono). Tienen cierto status dentro de su profesión, y más o menos pueden elegir qué productos anunciar.

Un buen producto no es sinónimo de un éxito de teletienda. Los hay que funcionarían bien en tiendas especializadas o farmacias, pero que en televisión no tienen sentido. La teletienda se basa en las siguientes reglas de oro:

  1. Hay dos tipos de anuncios, los que duran dos minutos y los que duran más, generalmente 15 ó 30.
  2. Los anuncios que duran dos minutos son para cosas que valgan 19.99 o menos.
  3. Los anuncios largos son para lo más caro, como máquinas de ejercicio y ese tipo de cosas.
  4. Los anuncios de prevención no suelen funcionar (extintores, botiquines).
  5. El producto tiene que solucionar un problema cotidiano.
  6. Usarlo tiene que ser satisfactorio (o parecerlo en televisión).
  7. Cuanto más claro sean el problema y la solución, mejor. No hay nada mejor que algo que sabes usar 5 segundos después de verlo por primera vez.
  8. Esa solución debe poder llevarse al extremo.

Es todo como muy anglosajón, ¿verdad? Más todavía si nos encontramos con sus clásicos juegos de palabras, aliteraciones y rimas que nos harían vomitar de oírlos en nuestro idioma. En un anuncio de la teletienda no existen las subordinadas. El grafismo importa más por su cantidad que su calidad. Pero la mejor categoría es la última, si se anuncia un desodorante, hay que meter una mofeta de por medio. Si se trata de un pegamento, hay que pegar dos neveras. Si la competencia ya ha puesto neveras, habrá que pegar dos coches. Si ya hay un anuncio de coches... se pegan dos barcos. Es ese rasgo tan americano de llevarlo todo al límite. Y lo que llevó a Discovery a producir la serie, probablemente.

El planteamiento del programa es el siguiente: Hay gente que ha inventado un producto y para venderlo necesita que se grabe un anuncio. Se necesitan más cosas, pero la empresa de Sullivan más o menos tiene contactos con fabricantes, cadenas, etc.

Los vendedores Billy y Sully, pese a hacer los anuncios más cutres del espectro, tienen un caché, los anuncios empiezan con sus nombres. Como se han convertido en especie de una franquicia, se pueden y deben permitir elegir a sus clientes, y nosotros seguimos todo el proceso. No solamente vemos el making of del anuncio, sino que también nos dejan meter la nariz en fábricas, conflictos de diseño, fallos, estrategias y unas cuantas historias de inventores con mucha fe que se han dejado la hipoteca en un aparato que les puede hacer millonarios o llevarlos a la ruina. En el programa pasa de todo. Hay mucha historia de superación personal y mucho choque de bruces con la realidad. Lo más curioso es terminar de ver un episodio y buscar el anuncio terminado en youtube, que siempre es peor que el capítulo. Hablan de la competencia sin tapujos, y en algunos casos incluso llegan a aparecer compañías rivales.

Hay muchas historias curiosas en Pitchmen y mucha gente interesante. Por ejemplo, llama la atención que muchos inventores no hagan nada más que dar dinero a una empresa de ingenieros para encargarles prototipos. Y luego está la gente importante de la trastienda. El mejor es A.J. Khubani, el tío que diseñó el logotipo "visto en televisión".




Este cabrón sale ocasionalmente y es lo que más me mola de todo Pitchmen. Hace en la realidad todo lo que el reality asigna a los protagonistas más allá de los anuncios, es decir, él es el de los contactos. Khubani tiene reuniones constantes con inventores en busca de un inversor. Tiene fábricas en China y un equipo gigantesco de diseñadores, abogados y gente de marketing. Está detrás de la mitad de las teletiendas del mundo y es muy probable que tengas algo en tu casa que ha pasado por su despacho, un cargador de baterías, una mopa o un ventilador portátil. ¡A veces me entran ganas de agregarle a Facebook!

Por todo esto, Pitchmen me fascina. "But wait, there's more!" Por el mismo precio, este programa se termina de convertir en algo especial cuando vemos todo lo involuntario que ha pasado por él:

Hay unos cuantos errores visuales que parecen ridículos en televisión, como alguna secuencia con los campos invertidos. El más curioso de todos, que a los montadores les llamará la atención, fue de sonido. Imaginad que cogéis varios clips de sonido de Final Cut o Premiere y sin querer los estiráis un segundo más. Pues eso pasa en un episodio, hay 10 minutos que tienen todas las fuentes de sonido un par de segundos más largos. Sí que es cierto que la serie está muy bien montada, aunque con abusos de golpes de efecto ante una mala noticia o un momento de tensión. Luego está el marco legal que prohíbe usar marcas en televisión si no dan su permiso, que un asunto cada vez más loco. Hay oficinas con muestras de productos en las que la mitad se tapan con un desenfoque digital. Como postproductor que ha tenido que enfrentarse a eso y sabe que no es difícil, pero sí un coñazo, me salta una lagrimita cuando veo que esas secuencias se alargan y alargan, pensando en el pobre tipo al que le tocó borrar. Así los otros problemas de pospo se me hacen comprensibles.

Además, la serie fue mal concebida en sus inicios, sobre el papel. Se grabaron 12 episodios durante un año y está claro que les encargaron más capítulos de los que podían abarcar. La temporada no daba para más de 10. Les pidieron episodios conclusivos, así que seguimos el proceso muy condensado de un par de productos cada vez, cuando pasan meses entre un diseño y un anuncio emitido. Para el episodio 8 ya tenían problemas, no trabajan tantos productos como para mostrar 26 en un año. Por eso, los últimos episodios son bastante más personales, incluso familiares. Graban anuncios de gente que conocen de antes y, gente enchufadam, como otros pitchmen que han inventado algo, o incluso familiares. Y este lado más personal nos lleva al último y triste imponderable:

Cuando les vi en Conan, literalmente me vendieron la serie. Probé a verme un capítulo y me encantó. Vi varios más. Y de pronto, una semana después, Billy Mays se había muerto.





Su muerte pasó bastante desapercibida porque su infarto fue tres días después del que mató a Michael Jackson. Ni siquiera corrieron ríos de tinta cuando también a la vez encontraron restos de drogas en la autopsia. Se dijo algo, apareció en un capítulo de South Park sobre aquella ola de famosos muertos, y ya.

De los 12 episodios, justo en ese momento habían emitido 11. Yo había visto aproximadamente la mitad, y fue bastante palo, porque es inevitable cogerle cariño. Pero la sensación de ver media serie con el protagonista resucitado fue un golpe rarísimo para mí. Seamos sinceros, era bastante idiota, pero con una vocación y una voz que te obligaban a escucharle, aunque le odiaras. Algo así como la parte de preguntas de Miss Universo. Así hizo su carrera, pese a que seguramente todas y cada una de las personas que aparecen en el programa eran más inteligentes que él. Y sin embargo, su modo de simplificar las cosas era muy eficaz para entender este submundo.

Tras pensarlo mucho, Discovery anunció que iba a hacer una segunda temporada, con Sully en solitario. Llevan emitidos un par de episodios y sigue gustándome, pero le falta el ritmillo de Billy Mays. A ver cómo lo solucionan, y descanse en paz.

18 de julio de 2010

Todo empezó con Paul

Cuando se hizo famoso el pulpo Paul, allá por verano de 2010, la gente se lo tomó con humor. Unos hablaban de celebrarlo invitando al personal a pulpo a la gallega. Otros, de tratar al animal como a un rey.

Las primeras iniciativas estuveron más relacionadas con lo estrafalario: Colocar dos platos con banderas de gelatina a ambos lados de un hormiguero en Hyde Park, escribir posibles localizaciones de yacimientos de petróleo en los cacahuetes de los elefantes en el Zoo de Abu Dhabi. Y, por supuesto, hubo quien quiso hacerse con Paul. Por si acaso, ya saben. Proponiendo compras multimillonarias por un ser con una expectativa de sólo unos meses de vida.

Los más supersticiosos pensaban que era un ejemplar especial. Había acertado casi todo lo que le preguntaron, aunque con excepciones. Todavía tardaron años en comprenderlas. El caso es que tardaron semanas en probar con otro pulpo.

Primero fueron unas elecciones. Más tarde, unos juegos olímpicos. Con cada nuevo acierto, iba perdiendo la gracia.

Una cadena de moda de bastante lujo instaló su primer acuario de pulpos en Manhattan. Utilizaba, para las urnas, fotografías de todos sus vestidos. Las clientes que lo quisieran, esperaban largas horas en una cola para elegir la prenda con más clase. En menos de cinco años, casi todos los grandes almacenes tenían por lo menos una pared con acuario. Las pescaderías y las tiendas de animales vivieron una revolución.

Algunas grandes empresas se jactaron de celebrar con pulpos sus juntas de accionistas. Otras presumían de no necesitarlos, pero hubo algún destape curioso de empresarios racionales pillados infraganti en acuarios secretos. A la gente le pareció normal.

La verdadera polémica llegó cuando metieron pulpos en un hospital. Ya por entonces había pequeños oráculos domésticos, pero dejar tu esperanza en un cefalópodo era llegar demasiado lejos. Los escépticos, de hecho, se aferraban a un hecho comprobado: no acertaban siempre.

Empezó a aplicarse el método científico, que hasta entonces se había mantenido al margen. ¿Por qué había fallado Paul la final de la Eurocopa? Estudiosos de los campos más diversos fueron poco a poco aislando las condiciones para realizar una predicción óptima. Una explicación que propusieron para aquel caso fue que el mejillón de España tenía parásitos, pero pudieron ser muchas otras razones: Contaminación en las urnas, falta de hambre, banderas mal pegadas.

Pero el rigor de la ciencia se tuvo que callar: Una vez aislados todos los elementos, analizados y experimentados miles de veces, se podía encontrar la manera de que un octopus vulgaris acertara SIEMPRE. Había que usar mejillones concretos, urnas de materiales muy precisos y el agua tenía que estar en condiciones determinadas. Nada que una buena industria no pudiera producir a gran escala.

La verdadera dificultad consistió en dar con los símbolos. Elegir entre banderas era relativamente sencillo. Preguntar por una cifra, no. Parecía que los pulpos no entendían de textos ni cantidades, y sólo acertaban si les planteaban dos respuestas. Si la respuesta no era ninguna de las opciones que les daban, o fallaba o ignoraba la comida.

Mereció una discutida Medalla Fields, porque no existe un Premio Nobel de matemáticas, el primer científico que diseñó unos símbolos que el pulpo parecía entender como números. Desde ese momento, se pudo preguntar por presupuestos, salarios y ofertas.

El mundo se volvió loco. Cuando se descubría una nueva pregunta que pudiera formularse aparecía en todos los titulares. Empezaron a establecerse tiendas dedicadas, acuarios de Insert Coin donde la gente planteaba su pregunta y esperaba mirando fijamente una hora, a veces dos, a que el pulpo contestara. Era habitual oír frases como "no puedo pagarme ni un pulpo" o "¿me dejas para un pulpo?"

Llegó así la crisis de fe. Ninguna Escritura mayoritaria trataba los pulpos de manera especial, ningún lider religioso supo cómo reaccionar. Para algunos era un enviado divino. Para otros, la viva imagen del diablo.

Es muy difícil imaginar cómo era el mundo antes de que pudiéramos saber qué nos depara el mañana. Pero... admitámoslo: tampoco es fácil conocer el futuro y no poder preguntar por qué.

5 de junio de 2010

Sobre Lost

Aquí, en caliente:




Aquí, en frío:

3 de mayo de 2010

Disney compra Marvel

Sí, ocurrió ya hace meses, pero ahora cobra para mí especial interés.

Spoilers de Iron Man 2


Se ha estrenado Iron Man 2 y la producción de la peli pilló en pleno proceso compra. Como hay que mantener contratos anteriores, la distribuye Paramount y hay otros personajes que todavía no pueden ser administrados por Disney, como Spiderman.

No tengo ni idea de hasta qué punto influyó Disney en la producción, pero esta asociación me deja fascinado. No se puede ser más Disney que Iron Man 2.


Tony Stark es una personificación de empresario estrella. El primer empresario mediático fue Walt Disney. ¿Pero cuál es el mayor empresario estrella de la actualidad? Resulta que es el mayor accionista de Disney.


Steve Jobs.


Tony Stark.


Steve Jobs.


Tony Stark.


Steve Jobs, the world's thinnest CEO.


Tony Stark arrancando una keynote del modo en que Steve Jobs sueña cada noche.

La crítica se ha metido con el intrincado argumento. A mí me parece clarísimo. Uno de los malos periféricos de la película es BILL GATES.


Sam Rockwell es Justin Hammer.



Bill Gates.


Una trama metafórica en la peli es una lucha entre los dos por hacer la mejor keynote.

Steve Jobs consiguió todas esas acciones cuando Disney (también) absorbió Pixar. Si hay un punto en común entre Apple y Disney más allá de Pixar, es el secretismo. La producción en ambas compañías va acompañada de un tremendo esfuerzo oculto del que acaba resultando un producto eficaz y sencillo, destinado a un fin preciso. Stark también suda la gota gorda para construir sus cacharros, pero no le quiere contar a nadie sus secretos, lo que sufre al hacerlos y siempre los presenta con una sonrisa.

El personaje de Garry Shandling es el de un senador que presiona a Tony Stark para que comparta su tecnología. Es lo más complicado de la película, entender cómo el capitalista gobierno americano quiere de algún modo desprivatizar a un empresario. Nosotros hemos oído poco de estos comités americanos, pero allí son muy importantes y tan mediáticos como aparecen en Iron Man. El más conocido, por supuesto, es el de la caza de brujas de McCarthy. Allí el comunista era el malo. Pero aquí estamos hablando del ejército, que es sin duda la parte menos privada de todo el presupuesto americano. "Seguridad Nacional", vamos. Creo que la idea de presionar a Tony Stark es conservadora y ultraprogresista a la vez, en ambos casos desde la peor connotación. A extremistas de ambos lados les puede parecer "malo" porque es su "extremo opuesto". Consiguen así dar la vuelta a la ideología que sobrevuela Estados Unidos ahora mismo. En otras palabras, me parece una gran manera de crear a un enemigo.


Larry Sanders: El fascista socialista.

Un segundo después de este vídeo, Stark habla de privatizar la paz mundial. Habla de la importancia de ser el primero, de que su tecnología será inalcanzable por la competencia en los próximos 15 ó 20 años. Esto es una referencia directa a la permanencia en vigor de las patentes de ingeniería. Y ay de aquél que le robe las ideas, léase Bill Gates, porque se expone al mayor de los ridículos.


Hay mil ejemplos por internet de casos ficticios y reales en los que Microsoft ha intentado copiar a Apple. Y más de uno y de dos en esta película:


Bill Gates presenta Zune: Una copia mal planteada.


Pero al fin y al cabo, eso no son más que malos periféricos. Lo que más me llamó la atención es la herencia de la guerra fría que supone esta película.



A mí la Unión Soviética me parece un enemigo perfecto. Da igual mi ocasional tendencia al rojo, como malos cinematográficos, me encantan. Son casi mejores que los nazis. Pero como el muro de Berlín desapareció hace más de dos décadas, no podemos usar a malos comunistas como los de otros tiempos y seguir siendo modernos. Y eso es lo que más me fascina. Iron Man nació en los 60, pero la película tiene que ser moderna.

¿La solución?

Luchar contra sus hijos.

El malo de la película es literalmente un hijo del Comunismo derrotado.

Pero entonces, ¿quién es el bueno? ¿De dónde viene Iron Man?


Éste es su padre, Howard Stark.


Éste es Walt Disney.


Stark.


Disney.


Esto es EPCOT, la ciudad del futuro en la que Disney trabajó hasta los últimos días de su vida.


Ésta es la Ciudad del Futuro que Howard Stark presenta al inicio de Iron Man 2.

En otras palabras: Iron Man es el hijo de Walt Disney. Y se enfrenta al hijo del Comunismo asociado con un senador fascista a través de Bill Gates.


Actualización:

El 1 de septiembre, Steve Jobs ha presentado el nuevo Apple TV poniendo una peli como ejemplo de uso:

10 de febrero de 2010

Los cimientos

Con ustedes, los cimientos del cine, un cortometraje de Diego Puertas y José Ángel Soto.



Y los cimientos de la tele, una entrevista realizada por un servidor:



Recuerden que junto al volumen hay un botoncito para verlos a pantalla completa.
Las fichas de los cortos están aquí y aquí.