Símbolos: limpieza
Mi cuarto ha sido siempre un desastre. Es más, el caos ha alcanzado cotas legendarias. Pregunten por ahí. O mejor, no pregunten. Ahora estoy más reformado y vivo dentro de una entropía controlada. Algunas veces sigo perdiendo el control, pero afortunadamente cada vez son menos frecuentes.
Era necesario decir esto.
Ahora mismo, el caos reina en Madrid. Hay una huelga de barrenderos. Sería injusto no prevenir de que mi habitación ha llegado a parecerse a una calle del Madrid de hoy, pero claro, mi mierda es mi mierda. Nada que ver con la mierda de un desconocido.
La siguiente reflexión no tiene nada que ver con los barrenderos. Tienen todo mi apoyo en esta huelga. Me fastidia ver las calles sucias, pero creo que es por una buena causa.
También era necesario decir esto.
Mi problema es con todos los demás.
Hemos vivido engañados. Es decir, conocíamos la verdad, pero la hemos ignorado toda nuestra vida.
La palabra "limpieza" es una patraña. La limpieza no existe. Es una ilusión.
Entendemos por limpieza "eliminar suciedad" o "quitar
mierda". Usamos estas expresiones como sinónimos de limpiar, pero en
nuestra cabeza simboliza "destruir mierda". "Eliminar" no significa
destruir, significa "excretar" o "prescindir". Echar fuera. Ya sea por el
retrete o por las bolsas de basura, pasa a quedar fuera de vista y
hacemos como si ya no existiese.
Nos engañamos a nosotros mismos pensando que la basura se va "a un lugar mejor", como si fuéramos niños con un perrito. Pero el reciclaje sigue siendo un proceso mediocre. Si no lo fuera, no habría un continente de basura en el pacífico del tamaño de Europa.
Como mínimo, el 90% de esa mierda son envases no biodegradables. Envases de cosas que vamos a consumir en un rato. A cambio de un rato de refresco, dejamos mierda para siempre. Todo el rato. Es basura destinada a no ser basura durante unas horas.
Quemarlo para producir energía tampoco es la solución. Contribuye al cambio climático. Y se utiliza todavía más energía en producirlo.
Haz un experimento: coge el mango de tu ducha y ponlo junto al desagüe. Abre la llave del agua al máximo. Verás como el desague traga el agua rápidamente. Ahora sube el mango y colócalo en el soporte, a la altura que lo sueles tener para ducharte. Aléjate todo lo que puedas en el cuarto y míralo de nuevo.
Parece mucha más agua. El caudal es el mismo, pero el agua está más tiempo ahí. Tiene más recorrido. Más presencia. Con la basura pasa igual.
El sistema de basuras de Madrid (y de casi todo el primer mundo) es excelente, cuando no hay protestas de este tipo. Se ha conseguido una eliminación eficaz de esa pequeña molestia. Y nos consideramos más cívicos cuando echamos una bolsa a una papelera en lugar de dejarla caer al suelo. Pero incluso en ese caso hay trabajadores especializados en subsanar semejante guarrada.
Porque nos parece una guarrada.
Pero la guarrada de verdad es producir esa mierda, no tirarla donde hay más gente. Porque esa gente ha formado una estructura de profesionales que la quitan de en medio y la llevan a donde no mira nadie.
Actualmente, cuando no hay huelga, la única molestia es bajar bolsas al contenedor de tu casa. No hay más esfuerzo. Estaría bien que tener basura fuera SIEMPRE una molestia. Se me ocurren varias maneras:
Por ejemplo, que no hubiera contenedores de plástico. Que tuvieras que llevar las bolsas y los envases al establecimiento donde fueron adquiridos.
O que estuviéramos obligados a conservar la mierda en casa durante un año. Imagínate, un año viendo cómo se acumulan tus botes antiguos, cómo la tinta de colores brillantes de las marcas se va descomponiendo. Y que te obligue a pensar que un año es un tiempo irrelevante si lo comparas con el tiempo que va a tener que pasar esa porquería en tu planeta, por tu culpa.
O que cualquier producto en un envoltorio no biodegradable tuviera un IVA exagerado, como del 50% del precio final.
Estas tres propuestas tienen un distintivo común: son tremendamente impopulares. A nadie le parecerían bien. Y la razón es que atentan contra la comodidad cortoplacista que esperamos de todos los cambios sociales en un estado de bienestar.
De momento, lo único que se le acerca es una tasa de tres céntimos por bolsa en el supermercado. Eso es todo. Y de cara al cliente. Y el cliente la paga y luego vuelve con bolsas antiguas y se siente mejor consigo mismo porque está contribuyendo a cuidar el medio ambiente.
Ése es un símbolo terrible. Es un engaño. Es una tasa para pagar por la limpieza de conciencia. Pero un supermercado a primera hora tiene la puerta así:
No hace tanto tiempo que nuestros padres llevaban hueveras a la
carnicería para comprar huevos, porque era absurdo pagar
por otra si conservabas hueveras buenas. Y ahora todo lo compramos envuelto en plástico y transportado entre plásticos y cartones.
Así que utiliza esta huelga para comprobar la pésima gestión del ayuntamiento con sus empleados, pero no te olvides de que el problema es mucho más grave.