Arrepentido y reinsertado
Ese cliente tan inquisidor le preguntó
"¿Puede enseñarme su DNI para demostrar que no es usted un asesino?"
"La conversación ha terminado", dijo él. Pero no pudo contener un brillo especial en la mirada. Asomaba una lágrima que probablemente vio el periodista disfrazado de cliente.
El fogonazo de los dos tiros que mataron a esa pobre chica sigue despertándole por las noches.
"No fue sólo un error. Fue una cadena de muchos errores", me dice, tras varios minutos mostrándose reacio a transformar por fin esos sentimientos en palabras. "Imagina que te juntas con la gente equivocada. Y que te aíslas del mundo, que empiezas a pensar con ellos, desconectándote de la realidad... y poco a poco unas ideas se refuerzan con otras, y crecen, en espiral, sin parar, cada vez más locas, cada vez más extremas, hasta que cometer una locura te parece lo apropiado. Se distorsiona la perspectiva, te vuelves inhumano. Ha pasado muchas veces en la Historia. Todas, absolutamente todas y cada una de ellas, han sido terribles. Y yo fui protagonista de uno de esos extremos. Merecí la condena, merecí todos esos años de cárcel."
Su salida de la cárcel se vio mezclada por la ansiedad de un nuevo mundo y la necesidad de salir adelante. "Intenté evadirme estudiando", nos dice, "y me puse a investigar precisamente la ciencia detrás de mi propio juicio. Aprendí tecnología, y descubrí que todo estaba cambiando tan rápido que no había verdaderos expertos en la materia".
Con los años, es de las pocas personas en España que ha conseguido ganarse el título de experto. Tras un oportuno cambio de nombre que le evita confrontaciones, ayuda a la Policía para enmendar su culpa, y se considera completamente rehabilitado. "Es uno de los técnicos civiles más formados y va más adelantado en determinados campos de investigación", asegura el exdirector del departamento de ingeniería, electrónica e informática del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil. "Ha respondido siempre a todo lo que le hemos pedido". La Policía no conoce su pasado, y tampoco le interesa, si ha cumplido con la ley".
Ahora, a sus 63 años, su trabajo de asesoría se enfrenta a un peritaje cumbre de su carrera: aclarar el caso de José Bretón como perito de telecomunicaciones. "No puedo hablar de casos particulares, pero sí puedo decir que me siento muy responsable... cada dato que aporto en todos los juicios lleva detrás una minuciosa labor de tecnología y documentación".
Todo lo que acabas de leer es una patraña inmoral, cruel y abyecta. Un ejercicio creativo y destructor. He mantenido unos pocos datos empíricos que he visto en esta noticia y he dado la vuelta a todo lo demás. Me he inventado algunas declaraciones del interfecto, Emilio Hellín Moro, que cualquier mente maquiavélica podría improvisar para lavar su imagen, sobre todo si tiene a su lado un periodista afín.
He mentido. Porque no menciono claramente que este tío estaba envuelto en un movimiento reaccionario muy radical, ni que su crimen es uno de los más horribles, crueles y vergonzosos que tenemos registrados, ni que se escapó de la cárcel gracias a conexiones de la ultraderecha. Todo eso queda más que claro en la noticia original de El País.
Desde hace unos años (cuando empecé con el documental Tus derechos 2.0), tengo cierto repelús ante cualquier opinión fácil de contagiar. Siento que una opinión cómoda, en muchos casos, esconde un cierto desconocimiento o, lo que es peor, una intención de no querer conocer más y mantener las cosas simples.
Esta noticia (la de verdad) no es en absoluto simple. Los periodistas, tan criticados en estos tiempos, han hecho un trabajo encomiable. No se me ocurre nadie con quien les falte contactar para aportar su parte a la historia.
Lo único que entiendo que falta para tenerlo todo cubierto es precisamente lo que relleno aquí, inventado y falso: la cadena de pensamientos que este tipo ha podido experimentar para pasar de ser un asesino convicto a un respetado técnico asesor. Pero los periodistas no pueden penetrar en su cerebro, aunque en cierto modo lo hayan intentado.
Y sin embargo, se saltan esa laguna y concluyen que es malo que este asesino sea perito en juicios.
Y a mí me salta una duda: ¿Por qué?
Ésta es la idea cómoda que me da mal rollo.
Tengo serias dudas sobre si es legal que un asesino convicto pueda ejercer de asesor en según qué casos. Entiendo que, si hubiera una ley que lo prohibiera, sería un error muy grave por parte de los que forman parte de todo este proceso.
Pero a la vez, me planteo hasta qué punto puede rehacer su vida una persona que, de entrada, me cae mal, muy mal, fatal. Porque, si las cadenas perpetuas tienen un límite y hasta reducciones, creo que debemos asumir que, como sociedad, creemos en la reinserción. ¿Cuántos datos estaríamos desperdiciando en general, no sólo con éste señor, si rechazáramos la asesoría de asesinos reinsertados en casos de asesinato? ¿Es la parte ultraderechista la que nos parece inaceptable? ¿Acaso no está el Sistema repleto de ellos? ¿Es la combinación de ambas cosas?
Seguramente existe alguna lista de cosas que un expresidiario no tiene derecho a hacer. Los hay que se presentan a las elecciones. Y éste muy probablemente haya tirado de enchufes. Pero en el fondo, una labor técnica no debería verse alterada por la visión reaccionaria (o independentista) de una persona. Vamos, que me da igual que un científico o un analista crea en España o en la Atlántida. Lo que me interesa es que su análisis sea correcto.
Pero lo que más miedo me da es que existe una posibilidad, por remota que sea, de que mi mentira de arriba sea verdad y nunca lo podamos saber.
Pero sólo es una posibilidad remota. Una mente educada debe ser capaz de darle vueltas a una idea que no comparte, que dijo Aristóteles.
3 comentarios:
"Siento que una opinión cómoda, en muchos casos, esconde un cierto desconocimiento o, lo que es peor, una intención de no querer conocer más y mantener las cosas simples."
Gran verdad. A mí a veces me pasa leyendo Menéame y sitios así, la gente está tan de acuerdo en todo cuando se habla de según qué temas que instintivamente me pongo a darle vueltas a otras posibilidades.
Al fin y al cabo, si algo nos ha enseñado la democracia española, es que nunca hay que confiar en minorías.
Es lo más sano. Hasta que te vuelves loco, claro.
Ah, pues en eso tengo ventaja, que eso de la cordura siempre me ha sido un poco ajeno, ya de serie.