Símbolos: tu ordenador
Magia
Estoy embarcado en un proyecto de animación. La animación requiere, igual que un guión o un rodaje, un desglose por partes, pero mucho más minuciosas. Los animadores llegan a prestar atención a extremos como cuánto se baja un hombro al levantar una mano.
Si se baja mal, la animación no funciona. Los animadores expertos se dan cuenta de esas cosas y lo arreglan con dos trazos. Para un lego en la materia, la magia desaparece.
No sólo en animación, también pasa las demás películas: un guionista puede identificar por qué no le ha gustado, alguien ajeno a las minucias cinematográficas tiende a decir que los actores son malos o que a la película le sobran 20 minutos. Eso no quiere decir que lo digan siempre, o que lo digan todos, o que esa crítica no sea correcta algunas veces. Pero para mí es una señal de alarma que me avisa de que esté precavido con lo que oigo: Lo más seguro es que el que lo usa no sepa exactamente cómo ha entendido las partes que forman la película.
Y sin embargo, cuando todo funciona, cuando la película cobra un sentido completo por encima de sus partes, se convierte en magia. Arthur C. Clarke usaba palabras parecidas para hablar de algo totalmente distinto:
Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.
Y, sabes qué, lo mismo que pasa con las artes le pasa a tu ordenador.
El mundo se divide entre quienes saben arreglar su ordenador y quienes no saben.
Más o menos pertenezco al primer grupo. Hasta hace un momento no me he dado cuenta de que podía ser importante. Pero de pronto he tenido un flash: Los que no saben arreglarlo, ven el ordenador como una unidad indivisible, atómica.
Los que sí saben... ven el ordenador como un conjunto de piezas, cada una de las cuales desempeña una determinada función.
Un ordenador es mucho menos propenso a
fallar que un ser humano. La primera reacción ante un problema para mí
suele ser "¿qué he hecho exactamente?", antes de dar por sentado que es
el ordenador el que ha hecho algo mal. Y lo repito. Y sólo cuando me descarto a mí
mismo empiezo a pensar que ha sido un fallo electrónico. Y entonces
reconecto cables. Cambio piezas de sitio. Chequeo si cada cosa por
separado funciona bien. Trato de identificar el problema.
Voy cambiando una sola cosa para ver si el fallo persiste, parte por parte, hasta que encuentro el problema. He aprendido a solucionar problemas complicados porque no ignoré los problemas pequeños. Y poco a poco se acaban conociendo a grandes rasgos piezas y programas. No siempre es metódico, no siempre sale bien, pero suele funcionar.
Y con los años, manteniendo esta mentalidad, me he desesperado con el ordenador muy pocas veces. Y ahora me he dado cuenta de que esta actitud, en esencia, es el pensamiento científico. El gran hallazgo de Mendel, que abrió las puertas de la investigación genética,
fue centrar su estudio en una sola característica, el color de
los guisantes. Y de pronto he comprendido que todos los niños que arreglan los ordenadores de sus padres son científicos como él. Cuando Picasso o Carl Sagan hablan del niño interior se refieren exactamente a esa curiosidad inocente que te lleva a investigar, en las ciencias, en las artes o en cualquier fenómeno de tu entorno.
Y también me he dado cuenta de la inmensa contracorriente a la que está sometida esta actitud ante la vida. Los móviles ya no se pueden abrir. Los programas cada vez son más amables, en apariencia, pero más limitados en realidad. Un gran botón con vistosas transparencias cumple una función, intuyendo e ignorando todas las alternativas que podrían interesarte. No puedes saber si te interesan si de entrada no te dicen que existen.
¿Cuántas televisiones habremos tirado a la basura porque fallaba un cablecito?
Considerar al ordenador como una sola pieza, sin más, y negarse a entender que es una máquina con sus peculiares engranajes, es una actitud peligrosa. Es un prejuicio.
Es lo mismo que pensar que todas las mujeres son iguales. O los inmigrantes. O los políticos. Ni siquiera los policías son todos iguales. En ningún sitio existe una unidad con monopensamiento automático. Ni siquiera un banco. Ni siquiera en ETA. Tal vez algunos de tus enemigos lo sean por un malentendido. Tal vez falle el Sistema entero porque no nos molestamos en comprenderlo.
¿Quién se beneficia de tu falta de curiosidad? ¿De que te quedes en el titular? ¿Acaso tú? Es muy poco probable.
Adscribirse sistemáticamente a cualquier ideología de un partido político es un error para todo el mundo excepto para una persona: el que la escribe. Igual que lo es no separar consejos útiles de una religión con imposiciones arbitrarias. Y la fe no está tan distante de una tecnología que no entiendes.
Simplificar los problemas es una negación sistemática de la variedad inmensa que hay detrás de esa puerta que no quieres abrir. Arreglar tu ordenador es una manera de empezar a deducir, probar y experimentar con tu propia intuición, y encontrarte con resultados inmediatos. Sirve para juzgarte a ti mismo ante una situación mucho más irrelevante que las otras que pueden sorprenderte en la vida.
No es tu profesión, es tu actitud
Para pertenecer al grupo de los que saben arreglar su ordenador, no hace falta que sepas arreglar tu ordenador. No es necesario que te vuelvas loco desmenuzando todos los aspectos que te rodean hasta el mínimo detalle. Eso ya lo haces con tu trabajo.
Vale con abrir el capó de tu coche. O con identificar instrumentos en una canción. Aprende a distinguir entre cláusulas de una hipoteca. Entre leyes. Intenta averiguar de dónde salen las piezas, para qué sirven. Si algo te importa, míralo de lejos y desde muy cerca. Aprende jugar con las piezas sin romperlo todo. Abre tu mente. Pensarás más.
5 comentarios:
Esto me lleva a la teoría de que apple está idiotizando el conocimiento de los sistemas a la gente.
Por ejemplo, muchos montadores de vídeo han pasado de saberlo todo sobre compresión de vídeo y manipulación de la imagen a convertirlo todo a prores y lloriquear cuando alguna imagen de golpe tiene defectos que no saben solucionar, porque si su máquina no lo hace automáticamente, ellos no saben ni de dónde viene el problema.
Extendiendo esa lógica: ¡usa software libre, y recomienda a los demás que usen software libre!
Y sin embargo no defiendo el software libre a rajatabla.
¿Pero dime una cosa: conoces a un integrista religioso que entienda linux?
Mendel hizo trampas. No se centró sólo en el color de los guisantes sino que miró muchíiiisimos más caracteres.
Aquellos que no se ajustaban a su teoría no los publicó.
Cherry picking, pero acertó.
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